• El paciente de la habitación siete estaba histérico. Hacía dos horas que había entrado en Urgencias debido a una torcedura del dedo gordo del pie y ya había vuelto loco a todo el personal. Los médicos no sabían como calmarlo: uno quería atarlo a la cama, otro sugirió amputarle el dedo, otros querían ahorcarlo. Finalmente decidieron lo más eficaz, lo peor…llamar a Irenita, la enfermera del pabellón seis, la terrible, la “especialista” en enemas urticantes.
  • El paciente de la habitación siete estaba histérico. Hacía dos horas que había entrado en Urgencias debido a una torcedura del dedo gordo del pie y ya había vuelto loco a todo el personal. Los médicos no sabían como calmarlo: uno quería atarlo a la cama, otro sugirió amputarle el dedo, otros querían ahorcarlo. Finalmente decidieron lo más eficaz, lo peor…llamar a Irenita, la enfermera del pabellón seis, la terrible, la “especialista” en enemas urticantes.
  • A los ocho años Rubén Ponce daba lástima. Sus piernitas parecían dos palitos y corría completamente despatarrado, pero cuando tenía una pelota entre los pies, no había quien se la quitara, salvo si lo tocaban, pues entonces caía al suelo como una saco de patatas. Su padre se dio cuenta del enorme potencial de su hijo, como también de su falta de músculos para poder triunfar en el fútbol. Durante diez años le hizo seguir un régimen estricto de pasta a la boloñesa, tortilla de patatas, huevos rotos con chorizo y un buen cocido con garbanzos y mucha panceta. A los dieciocho años el joven Rubén desbordaba de salud, sus piernas daban miedo y, aunque su incipiente vientre le quitaba un poco de juego de cintura, su habilidad seguía intacta y ya nadie lo hacía caer tan fácilmente.
  • A los ocho años Rubén Ponce daba lástima. Sus piernitas parecían dos palitos y corría completamente despatarrado, pero cuando tenía una pelota entre los pies, no había quien se la quitara, salvo si lo tocaban, pues entonces caía al suelo como una saco de patatas. Su padre se dio cuenta del enorme potencial de su hijo, como también de su falta de músculos para poder triunfar en el fútbol. Durante diez años le hizo seguir un régimen estricto de pasta a la boloñesa, tortilla de patatas, huevos rotos con chorizo y un buen cocido con garbanzos y mucha panceta. A los dieciocho años el joven Rubén desbordaba de salud, sus piernas daban miedo y, aunque su incipiente vientre le quitaba un poco de juego de cintura, su habilidad seguía intacta y ya nadie lo hacía caer tan fácilmente.
  • El abuelo de Fernando Menéndez era un  viejo  lobo de mar, veterano de la guerra del Pacífico, y su padre,  almirante del Queen Elizabeth II, conocía al dedillo todos los mares del planeta. Fernando no quería ser menos, así que vendió el auto, empeñó un collar de la abuela y se compró un barquito de segunda mano. Feliz como perro con dos colas, salió con el rostro al viento a conquistar mares desconocidos. Cosa que hubiera logrado de no haber sido por ese maldito banco de arena que lo hizo encallar a solo trescientos metros del puerto.
  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
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  • La copa que tantas veces había soñado tener entre sus manos se hizo realidad. Ni el esguince del omóplato ni la fuerte tendinitis del brazo izquierdo habían impedido al tenaz Gustavo Lanzaro levantar bien alto el trofeo que acababa de ganar. Los “misiles” a 249 km/h que le enviara su rival habían logrado destrozarle cuatro encordados pero no su fuerza mental. Su entrenador, el célebre español Pepe Galleta inspirándose en el famoso jamón serrano, le hizo seguir durante un año una estricta dieta, obligándolo a comer única y exclusivamente bellotas. Esos duros meses de entrenamiento habían sido terribles, pero frente al excelente resultado, todo el sacrificio quedó justificado. Lo único desagradable era ese aliento salvaje que le había quedado en la boca y una marcada aversión al jamón ibérico.
  • Después de haber visto durante su infancia “The Lucille Ball Show”, Pipo Saulle se ha vuelto teleadicto. Mira todas las series y novelas que pasan en la tele. Para él, el telemando es el mejor invento después de la pequeña pantalla. No deja de hacer zapping ni un instante, le fascina. Está al tanto de todos los chismes de la farándula. Conoce los anuncios de memoria y puede adivinar la marca del producto antes de que ésta aparezca en la pantalla, en este juego es imbatible. Cuando gana, levanta los brazos al cielo haciendo la V de la victoria mientras da vueltas alrededor de la mesita gritando: ¡gaaa-né, gaaa-né!. Su otra pasión son los pop corn y las hamburguesas que alterna con enormes tragos de cerveza helada. ¡Ah! ¡Qué fantástica es la vida! Si no tuviera que ir a trabajar, se sentiría en el paraíso.
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  • Figura de Pintor

    157.78 
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  • Figura de Pintor

    180.88 
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  • Figura de Piloto

    319.00 
    Cada vez que el Comandante de a bordo Antonin Eyssette solicitaba algo, las azafatas se desvivían por complacerlo. Todas sucumbían al encanto de su personalidad, de su físico privilegiado y de sus dientes perfectos. Era capaz de hacer dos vuelos de larga distancia sin descansar y siempre fresco como una lechuguita. El único problema era que sus extremidades inferiores despedían un fuerte y penetrante olor a camembert. Eso a él no le afectaba en absoluto. Es más, cuando ponía el piloto automático, le encantaba quitarse los zapatos, colocar las piernas sobre el tablero y mover con placer los dedos de los pies diciendo: “¡Esto es vida! Mientras tanto, su copiloto, conteniendo una arcada, preparaba delicadamente la bolsita de mareo que siempre sabía tener al alcance de la mano.
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  • Sin stock
    En el salón de peinados “Crazy Hair” predominan las tendencias más innovadoras y conceptuales del momento. El maître estilista Rossano Alessandro creó un fortificante para el cabello a base de algas del mar Rojo mezcladas con orín de castor, ajo púrpura de China, caviar del mar Caspio y camembert de Normandía. A las clientas les encanta estar a la moda y dan cualquier cosa por una sesión de este tonificante capilar. La experiencia es alucinante, se quedan horas charlando mientras el magnífico ungüento hace su efecto. La fragancia que exhalan recuerda el esplendor de la corte de Versalles y los nobles efluvios que daban categoría y distinción al lugar. Eso sí, a veces se hace un poco difícil espantar las moscas.
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  • “Una comida auténtica debe ser como las que hacían nuestras abuelas, ¡ese es el lema de este restaurante!”, le dijo la gerente del establecimiento a Susana Pereyra, la nueva cocinera. En ese preciso momento, Susana recordó que su abuela no sabía cocinar nada, ni siquiera huevos duros. Cuando el jefe le pidió que preparara un guiso de faisán a la antigua, dos grandes gotas de sudor empezaron a rodar por su frente. Reunió todos los ingredientes que se le ocurrieron y comenzó a preparar el guiso con los ojos llenos de lágrimas en lo que parecía ser su último día en el trabajo. De repente, le vino a la cabeza el dicho habitual de su abuela española: “El chorizo ​​está bien cocinado con buen vino”. Dos horas más tarde, tras añadir a la cazuela media botella de “Chateau Margaux Grand Cru” y tres chorizos ibéricos, un aroma deliciosamente irresistible invadió la cocina. El encargado, que no podía creer el extraordinario sabor del plato de Susana, dijo: “¡Felicidades, señorita Pereyra! Veo que tu abuela era una excelente cocinera. Fabricadas en resina de poliuretano.La caja de presentación, envuelta en el periódico "The Forchino Times", comprende una autobiografía del artista y una selección de fotos de la colección Forchino. Un certificado de autenticidad completa el conjunto. Dimensiones: 17,5 x 17,5 x 42 cm. Serie Limitada. Edición Numerada  

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