• John y Silvio decidieron jugar una partida de golf e hicieron una apuesta: el perdedor pagaría la cena en la Casa Club. En el último hoyo estaban empatados. Era el turno de John, y golpeó la pelota con tanta fuerza que desapareció en el...  
  • El abuelo de Fernando Menéndez era un  viejo  lobo de mar, veterano de la guerra del Pacífico, y su padre,  almirante del Queen Elizabeth II, conocía al dedillo todos los mares del planeta. Fernando no quería ser menos, así que vendió el auto, empeñó un collar de la abuela y se compró un barquito de segunda mano. Feliz como perro con dos colas, salió con el rostro al viento a conquistar mares desconocidos. Cosa que hubiera logrado de no haber sido por ese maldito banco de arena que lo hizo encallar a solo trescientos metros del puerto.
  • En el Hospital de Rosario todo el personal masculino sufría de tortícolis. La dirección de la entidad decidió entonces realizar una minuciosa investigación y logró descubrir que la causa era el meneo de caderas de la Doctora Evangelina González, que con sus amplios escotes y vestidos ceñidos al cuerpo hacía torcer el cuello a todo el personal masculino, salvo a Toni, el enfermero, cuyo gusto por el sexo opuesto era toda una utopía. Las autoridades después de haber sugerido a la doctora más recato en su sugestivo andar y de que ésta hiciera caso omiso de ello, decidieron trasladarla a otra unidad. A los quince días no hubo más casos de tortícolis, tampoco médicos ni pacientes pues todos habían seguido a la doctora. El único que conservó su puesto fue Toni.
  • “Una comida auténtica debe ser como las que hacían nuestras abuelas, ¡ese es el lema de este restaurante!”, le dijo la gerente del establecimiento a Susana Pereyra, la nueva cocinera. En ese preciso momento, Susana recordó que su abuela no sabía cocinar nada, ni siquiera huevos duros. Cuando el jefe le pidió que preparara un guiso de faisán a la antigua, dos grandes gotas de sudor empezaron a rodar por su frente. Reunió todos los ingredientes que se le ocurrieron y comenzó a preparar el guiso con los ojos llenos de lágrimas en lo que parecía ser su último día en el trabajo. De repente, le vino a la cabeza el dicho habitual de su abuela española: “El chorizo ​​está bien cocinado con buen vino”. Dos horas más tarde, tras añadir a la cazuela media botella de “Chateau Margaux Grand Cru” y tres chorizos ibéricos, un aroma deliciosamente irresistible invadió la cocina. El encargado, que no podía creer el extraordinario sabor del plato de Susana, dijo: “¡Felicidades, señorita Pereyra! Veo que tu abuela era una excelente cocinera. Fabricadas en resina de poliuretano.La caja de presentación, envuelta en el periódico "The Forchino Times", comprende una autobiografía del artista y una selección de fotos de la colección Forchino. Un certificado de autenticidad completa el conjunto. Dimensiones: 17,5 x 17,5 x 42 cm. Serie Limitada. Edición Numerada  
  • "¡Glamour! Eso, eso, seducción. ¡Clic! Otra, así, así, insinuando una sonrisa a lo diva, embrújeme, ponga ojos de mujer fatal. ¡Clic! ¡Clic! ¡Clic! Ahora con mirada lasciva, observe el objetivo. ¡Clic! ¡Clic!...Vale, otra. ¡Clic! ¡Clic!”. "Bueno, basta, basta", dijo la modelo cansada de tanto trajín. "Pero mamá –respondió Alberto Maccagno–, si no practico contigo, nunca voy a llegar a ser fotógrafo de modas". "¡Pero yo ya estoy harta de tanto flash, se me están chamuscando las pestañas!", dijo la señora mientras se secaba el sudor con el paño de cocina y salía para continuar con la sopa de puerros que había dejado sobre el fuego. "Así no hay manera, el mundo no me entiende", pensó Alberto. Justo en ese preciso momento, pasó su abuela por delante de la puerta… "Abuela, abuela, venga, venga, siéntese en este banquito…"
  • Durante su infancia, Vera Timmons, fue testigo de muchos actos delictivos. Un día vio como su vecino, Peter "el Pecoso", riendo con sarcasmo, destrozó el osito de peluche de su amiguita Katherine. A la semana siguiente, el mismo Peter, armado de una piedra, rompió el cristal de la ventana de la señora Carrigan. Otro día, el mismísimo "Pecoso" robó un manojo de caramelos metiendo sus sucias manos dentro del frasco de golosinas de tía Mary. A pesar de que Vera lo había visto, todos dijeron que mentía y culparon a su hermanita de haber sido la autora del delito. La injusticia, eso fue, la injusticia de haber dicho la verdad y que nadie le creyera, lo que llevó a Vera Timmons a estudiar abogacía. Habiendo pasado los años y luego de una brillante carrera en la universidad, Vera estaba orgullosa de ejercer su tan deseada profesión. Lo único que nunca pudo comprender muy bien fue cómo el maldito Peter "el Pecoso", que se había dedicado a la política, llegó a ser Senador.  
  • Después de haber visto durante su infancia “The Lucille Ball Show”, Pipo Saulle se ha vuelto teleadicto. Mira todas las series y novelas que pasan en la tele. Para él, el telemando es el mejor invento después de la pequeña pantalla. No deja de hacer zapping ni un instante, le fascina. Está al tanto de todos los chismes de la farándula. Conoce los anuncios de memoria y puede adivinar la marca del producto antes de que ésta aparezca en la pantalla, en este juego es imbatible. Cuando gana, levanta los brazos al cielo haciendo la V de la victoria mientras da vueltas alrededor de la mesita gritando: ¡gaaa-né, gaaa-né!. Su otra pasión son los pop corn y las hamburguesas que alterna con enormes tragos de cerveza helada. ¡Ah! ¡Qué fantástica es la vida! Si no tuviera que ir a trabajar, se sentiría en el paraíso.
  • Tres años atrás, cuando el famoso volcán islandés hizo erupción, sus cenizas taparon con más de 30 cm de espesor las inmensas extensiones del latifundio del Presidente Director General Richard John Goldsilver, dejándolo al borde de la bancarrota. Más de uno pensó que era el fin de su imperio, pero no contaban con la sagaz perspicacia y habilidad para los negocios del empresario. A este se le ocurrió envasar la ceniza y venderla como producto de alta calidad para pulir metales y también, mezclándola con aceite de almendras, creó una eficaz crema tonificante para la piel y la eliminación de arrugas. A raíz de eso su fortuna quintuplicó. Es más, ahora está ansioso esperando la próxima erupción.
  • Paquita Gutiérrez le tenía terror al dentista. Hacía días que una muela estaba torturándola. Primero pensó que sería algo pasajero, luego probó con todos los analgésicos que encontró en el botiquín. Al tercer día fue a hablar con doña Carmen, la vecina que curaba con la palabra. Al quinto día no resistió más y pidió cita con el eminente dentista Dr. Salomón Mimran, cuya fama de excelente profesional se había extendido por todo París. Paquita, con la cara deformada por la enorme hinchazón, se sentó en el sillón del consultorio como si se tratara de una silla eléctrica. “¿Octor, e a oler?”, preguntó Paquita con la voz deformada por la inflamación. “No señora, no le va a doler”, mintió el doctor, está en buenas manos. “A ver… abra la boca y veamos ese molar estropeado” “Ero… si la engo ahierta”, dijo la señora de Gutiérrez. A la cuarta inyección, la anestesia comenzó a hacerle efecto. Sintió que su lengua era un trapo. Quiso decir algo pero sólo le salieron sonidos guturales. El Dr. Mimran pensó que iba a ser fácil, pero cuando se le rompió la segunda pinza de extracción empezó a dudar. “Relájese, que todo va bien”, volvió a mentir el dentista, mientras colocaba un pie sobre el hombro izquierdo de la paciente para hacer más fuerza. Paquita Gutiérrez se arrepintió de no haber hecho su testamento a tiempo. Después de cuarenta minutos de lucha y tras un esfuerzo sobrehumano, el doctor logró extraer la muela rebelde. Con orgullo, la miró fijamente y… empezó a sentir que un sudor frío le corría por la nuca. “A ver, abra la boca…”, dijo tembloroso el dentista, viendo que la muela que tenía en la pinza era un premolar completamente sano.
  • Louis-Philippe de Cabernet Sauvignon introdujo con delicadeza la punta del tirabuzón, exactamente en el centro del corcho de un burdeos milésima 1990. A pesar de que la emoción le hacía temblar el pulso, retiró delicadamente el tapón y un característico sonido de descorche hizo eco en las paredes de la bodega. Miró el estado del mismo, lo olió y una leve sonrisa iluminó su rostro. Sirvió suavemente el preciado líquido en una copa de cristal, la elevó ligeramente para apreciar su contenido límpido y brillante, de color rojo cereza intenso, con reflejos rubí y ribetes de teja oscura. La acercó a su nariz, cerró los ojos, sintió explotar aromas de chocolate, vainilla, trufas, maderas aromáticas, cueros de increíble elegancia y una gran expresión varietal. Llevó el preciado líquido a sus labios, tomo un sorbo y… se dio cuenta de que había olvidado enjuagar la copa dejándole un resto del detergente que le dio al vino un fino gusto a jabón de tocador con aromas a espray para toilette y un bouquet de productos de limpieza bien equilibrados, de gran complejidad y armonía.  
  • “¡Una milanesa a la napolitana, una, para la mesa cinco!”, gritó el camarero en dirección a la cocina donde se encontrabael célebre Chef, Rodolfo Monti, probando su famosa receta de “Spaghetti a la putanesca con salsa de ortigas”. “¡Mmmh questo é eccellente, straordinario, splendido, incomparabile!”, se extasiaba el cocinero mientras un largo spaghetti “al dente” desaparecía, ruidosamente aspirado, dentro de su boca. ¡Dos lasañas a la boloñesa, dos, para la siete!”, volvió a gritar un nuevo pedido el maître d’hotel. “¡Aspetta un po’, io non sono una macchina!”, se enojaba el maestro mientras probaba un sexto spaghetti chorreando jugo. “¡Humm, questo è incommensurabile, squisito, eccezionale, favolosi!” repetía con la boca llena al mismo tiempo que mojaba un trocito de pan en la preciada salsa y se limpiaba los bigotes con el revés de la manga. Fabricadas en resina de poliuretano. La caja de presentación, envuelta en el periódico "The Forchino Times", comprende una autobiografía del artista y una selección de fotos de la colección Forchino. Un certificado de autenticidad completa el conjunto. Dimensiones: 19 x 18 x 41 cm. Serie Limitada. Edición Numerada
  • Figura de Doctor

    319.00 
    El doctor José Batle era una eminencia. Sus diagnósticos, siempre acertados, habían salvado la vida a cientos de personas y le habían granjeado la admiración de la alta sociedad. Todo le sonreía en la vida hasta el día en el que llegó a su consultorio la actriz más famosa de Hollywood, la despampanante Marilyn Hayworth, que había sufrido una torcedura del dedo meñique. El doctor Batle hizo desvestir inmediatamente a la paciente para asegurarse de que no tenía secuelas en ninguna otra parte del cuerpo. Luego de un profundo y minucioso examen, comprobó… que se había enamorado profundamente de ella. La diva agradeció las atenciones prestadas y salió del consultorio dejando en el aire un sugestivo perfume de camelias. Desde ese día, el doctor Batle no hace más que pensar en la gran Marilyn y esperar que se tuerza otro dedo para poder practicarle un nuevo examen, más profundo todavía.
  • Figura de Piloto

    319.00 
    Cada vez que el Comandante de a bordo Antonin Eyssette solicitaba algo, las azafatas se desvivían por complacerlo. Todas sucumbían al encanto de su personalidad, de su físico privilegiado y de sus dientes perfectos. Era capaz de hacer dos vuelos de larga distancia sin descansar y siempre fresco como una lechuguita. El único problema era que sus extremidades inferiores despedían un fuerte y penetrante olor a camembert. Eso a él no le afectaba en absoluto. Es más, cuando ponía el piloto automático, le encantaba quitarse los zapatos, colocar las piernas sobre el tablero y mover con placer los dedos de los pies diciendo: “¡Esto es vida! Mientras tanto, su copiloto, conteniendo una arcada, preparaba delicadamente la bolsita de mareo que siempre sabía tener al alcance de la mano.
  • El hoyo estaba lejos, Mauro Rugolin debía dar un gran golpe con destreza. Él sabía que era capaz, muchas veces había visto a Tiger hacer lo mismo. Esa tarde, una gran muchedumbre había ido a verlo y todos esperaban presenciar su magnífico drive. Separó sus pies exactamente como era debido. En perfecta sincronización, comenzó una rotación de hombros y cintura estabilizando un poco más la rodilla derecha. Primero, miró un instante su lejano objetivo mientras esbozaba una pequeña sonrisa de suficiencia. Continuó su impecable movimiento fijando con la vista la pequeña pelotita. Quedó inmóvil algunos segundos y con toda sus fuerzas… ¡asestó un terrible golpe levantando un enorme pedazo de tierra! La pelotita jamás fue encontrada, pero el pedazo de tierra fue a parar sobre la cabeza del árbitro, quien tuvo que ser hospitalizado con un formidable hematoma en el ojo izquierdo.
  • Sin stock
    Cuando fuimos a cenar a “La Truffe d’Argent”, célebre restaurante de cinco tenedores, nos sentamos en una mesa al lado del magnífico ventanal desde donde se podía apreciar el Sena y la catedral de Notre Dame en todo su esplendor. Contemplamos plácidamente el atardecer que cubría París de un tenue manto rojo. Martin Ferney, afamado camarero del lugar, nos comentó la carta con tanta precisión y lujo de detalles que lo felicitamos por sus conocimientos. “Eso no es nada”, dijo, “me conozco al dedillo todos los vinos de nuestra inmensa bodega y todos los secretos de la gastronomía francesa. Es más, hay un plato que lleva mi nombre, el célebre Homard breton à la Ferney. Varios restaurantes me han ofrecido sumas colosales para contratarme pero siempre he rechazado…” Bajando la voz y entrecerrando los ojos nos confesó, con cierta vanidad, “Si me voy de aquí, este restaurante no existe más, se evapora, desaparece… puesto que soy el símbolo vivo de la excelencia en lo que a restauración francesa se refiere”. Al decir esto, alzó el mentón, dio media vuelta y con aire de suficiencia se eclipsó detrás de la barra.
  • Al acusado se le imputaba un ataque a mano armada y el robo de dos gallinas y seis huevos. A pesar de que cuatro testigos declararon en su contra y de que se encontraron cientos de plumas en su casa, una cacerola con huesos de pollo y restos de tortilla en una vieja sartén, el ilustre abogado Mario Laus, tras un elocuente alegato, logró persuadir al jurado de la inocencia de su defendido y convencerlo de que el verdadero culpable era la sociedad. El detenido fue liberado ipso facto bajo una salva de aplausos provenientes del público que gritaba: "¡ Otra, otra!", lo que obligó al prestigioso magistrado a salir en numerosas ocasiones a saludar a la enfervorizada concurrencia.
  • No había nada que irritara tanto a Ellen Jones como cuando, en la adolescencia, su hermano decía que la mujer debía ser ama de casa y punto. Desde ese momento, lo único que quiso fue ser una mujer independiente. Estudió sin parar y, aunque le sobraba capacidad, tuvo que trabajar el doble que sus compañeros. Sabía que para una mujer era dos veces más difícil avanzar en un mundo de hombres. Ahora en el puesto de Directora General de la “Ethical Planet Corporation”, una empresa de 3000 empleados, cuando piensa en las palabras que dijera una vez su hermano, entrecierra los ojos y una sonrisa se dibuja en sus labios  
  • Iustitia era la Diosa Romana de la Justicia. Su origen es del Griego Titan Themis, que fue un oráculo en Delphi, y llegó a ser conocido como un Dios de la justicia divina. Sus hijas Dike y Astrea también fueron conocidas como Diosas de la Justicia. Hay muchas versiones de la historia de Justitia, pero la mayoría de las veces es retratada llevando la Balanza de la Justicia en una mano, en la otra mano una espada y con los ojos vendados que simbolizan la justa administración del derecho sin corrupción, avaricia, prejuicio o protección en el sistema legal en el mundo occidental.  
  • Sin stock
    Por tercera vez en el día, el Director del Colegio “Sagrado Corazón” vino de visita a la clase de la señorita Liliana Pérez, la maestra más atractiva de la escuela. Otra vez más los alumnos, poniéndose de pie y a todo pulmón, saludaron al señor director: “¡Buenos días, señor Director!”. “Está bien, está bien, ya es suficiente”, dijo este un poco molesto. “No… es que pasaba por el pasillo y pensé que podía necesitar algo. ¿No le hace falta una tiza, una chincheta, un tubito de cola?”. “No, gracias…muy amable de su parte”, contestó un poco ruborizada la joven. “Bueno, cualquier cosita que necesite, señorita Liliana, no dude en llamarme, ¿eh?”, dijo el director mientras salía de la clase. “¡Hasta luego, señor Director!”, gritaron los alumnos levantándose y haciendo caer algunos libros. “¡Bueno, bueno, está bien, está bien… basta de saludos!”, dijo el director un poco molesto mientras desaparecía por el pasillo.
  • Ya me lo había dicho el instructor de esquí: "Tiene que bajarse en la primera estación del funicular". Pero no, no le hice caso y aquí estoy… en la última parada, en una pista negra, mirando desde lo alto de la montaña, con los ojos desorbitados, esa interminable pendiente a 45 grados. Una gota de sudor se desliza por mi frente convirtiéndose en estalactita en la punta de mi nariz. Dos jovencitas me miran, no puedo echarme atrás, pongo cara de "esto es fácil para mí", me calzo las antiparras, inclino el cuerpo hacia adelante, planto los bastones en la nieve y salgo disparado. Al día siguiente, en la habitación 215 del Hospital del Valle, abrí el único ojo que podía y vi a cinco doctores a mi alrededor sorprendidos al verme despierto. "Nunca se ha visto a nadie bajar una pendiente a tal velocidad", dijo uno de ellos. Un enfermero me pidió hacerse un selfie conmigo. Parece que soy una celebridad.
  • Sin stock
    Luis odiaba las recetas. Tratar de descifrar la incomprensible letra de los médicos lo ponía sumamente nervioso. “Dos comprim… no, dos frascos por día… no, no, dos… ¡Pero qué cuernos dice esta maldita receta! A ver, me tengo que tranquilizar… respirar profundamente como me explicó mi profesor de yoga, entrecerrar los ojos, acordarme de mis estudios de pictogramas y jeroglíficos Maya y sobre todo no ponerme nervioso. Acá me parece que dice algo que termina en tricnina, no, en xiline… ¡Pero dónde aprendió a escribir este salvaje! Media cucharadita de Mnncbli…, no Mencbli… ¡Quién me mandaría estudiar farmacia! Bueno… yo a éste le doy un jarabe para la tos, dos tubitos de aspirina, que no le hacen mal a nadie y asunto terminado” -El siguiente, por favor.
  • Sin stock

    Figura de Asador

    260.00 
    “¡Hacer un asado no es moco de pavo!”, explica Freddy a un par de párvulos que lo escuchan con admiración. “Primero hay que saber encender el carbón. Después se calienta la parrilla para poder limpiarla más fácilmente”. Los niños oían embelesados al maestro. “Luego se acomodan delicadamente los trozos de carne y los chorizos en el asador. Por último, y esto es lo más importante, hay que saber esperar el momento exacto para sacar la carne a punto, y después… ¡a chuparse los dedos!” El jugo que chorrea sobre el fuego deja escapar un irresistible aroma a carne asada. Los invitados, atraídos por tan magnífica fragancia, se acercan para ver el espectáculo. Entre los murmullos de admiración de los presentes una voz se eleva y se escucha gritar: “¡Un aplauso para el asador!” Una sonrisa de satisfacción se dibuja en el rostro de Freddy, que levantando los hombros como para minimizar el asunto dice: “Y eso que no me esforcé… ¡sencillito no más!”.  
  • Sacha se calzó las botas, cogió la escopeta, la gorra y el cinturón con los cartuchos. Su perro Tom, al verlo, empezó a saltar y correr por todos lados.“¡Querida, nos vamos de caza”, le dijo a su esposa entrecerrando los ojos. Y con aire suficiente agregó: “Esta noche cenamos pato”. Al cabo de seis horas en la laguna y luego de haber vaciado la caja de municiones, probado con un tirachinas y con cuanto palo y piedra encontró en su camino, no hubo caso, no logró cazar un solo pato. Por suerte el supermercado del pueblo estaba abierto. Esa noche cenaron un exquisito pollo de corral.
  • “Doctora…¿me va a doler mucho?”, preguntó el paciente aterrorizado a Mariluz León, la odontóloga de la clínica “Happy Teeth”, quien, impaciente, estaba esperando con el torno en la mano. “¡Pero no, por favor, ni se va a dar cuenta!”,respondió la dentista tratando de calmarlo. “Mire, vamos a hacer una cosa, tenga este tubo de dentífrico en la mano y si le duele apriételo un poquito para calmarse”. La doctora puso en marcha el aparato y antes de introducirlo en la boca del paciente, éste apretó la pasta de dientes con tal fuerza que vació el tubo, salpicando el techo y dejando el rostro de la doctora como si le hubieran aplastado una tarta de crema.  
  • Figura de Juez

    249.00 

    “¡Su señoría, no puede usted condenar a un año de prisión a este pobre hombre por el robo de un caldo de gallina!” dijo el abogado defensor.

    “No, es verdad” contestó el Juez, “pero una vez que robó el caldo de gallina no tenía necesidad de pegarle con una botella de aceite a la anciana que lo había visto, ni de incendiar la estantería de sopas para eliminar sus huellas digitales, ni de secuestrar al vendedor del súper para tratar de huir y sobre todo no tenía ninguna necesidad de obligarlo a que se tragara el cubo de caldo para hacer desaparecer la prueba del delito…¡Si al menos le hubiera sacado la cajita!

  • Sin stock
    En el salón de peinados “Crazy Hair” predominan las tendencias más innovadoras y conceptuales del momento. El maître estilista Rossano Alessandro creó un fortificante para el cabello a base de algas del mar Rojo mezcladas con orín de castor, ajo púrpura de China, caviar del mar Caspio y camembert de Normandía. A las clientas les encanta estar a la moda y dan cualquier cosa por una sesión de este tonificante capilar. La experiencia es alucinante, se quedan horas charlando mientras el magnífico ungüento hace su efecto. La fragancia que exhalan recuerda el esplendor de la corte de Versalles y los nobles efluvios que daban categoría y distinción al lugar. Eso sí, a veces se hace un poco difícil espantar las moscas.
  • A los ocho años Rubén Ponce daba lástima. Sus piernitas parecían dos palitos y corría completamente despatarrado, pero cuando tenía una pelota entre los pies, no había quien se la quitara, salvo si lo tocaban, pues entonces caía al suelo como una saco de patatas. Su padre se dio cuenta del enorme potencial de su hijo, como también de su falta de músculos para poder triunfar en el fútbol. Durante diez años le hizo seguir un régimen estricto de pasta a la boloñesa, tortilla de patatas, huevos rotos con chorizo y un buen cocido con garbanzos y mucha panceta. A los dieciocho años el joven Rubén desbordaba de salud, sus piernas daban miedo y, aunque su incipiente vientre le quitaba un poco de juego de cintura, su habilidad seguía intacta y ya nadie lo hacía caer tan fácilmente.
  • El paciente de la habitación siete estaba histérico. Hacía dos horas que había entrado en Urgencias debido a una torcedura del dedo gordo del pie y ya había vuelto loco a todo el personal. Los médicos no sabían como calmarlo: uno quería atarlo a la cama, otro sugirió amputarle el dedo, otros querían ahorcarlo. Finalmente decidieron lo más eficaz, lo peor…llamar a Irenita, la enfermera del pabellón seis, la terrible, la “especialista” en enemas urticantes.
  • Sin stock
    A Juan Teruggi, de pequeño, le encantaba ayudar a su abuela, especialmente cuando preparaba pasteles, limpiando con su lengua la cuchara embadurnada de masa. Siempre supo que sería cocinero, pero no cualquier cocinero, él sería “Master Chef”. Luego de años de estudio en las más destacadas escuelas de restauración, llegó el día del examen final. El jurado le pidió que hiciera… ¡un huevo frito! Sin mostrar asombro frente a tan inesperada demanda, con aires de superioridad y ademanes de bailarín clásico, calentó aceite de oliva y mantequilla. Rompió un huevo fresco, separó la clara y la puso a cocinar. La saló y pimentó, un minuto después depositó con maestría la yema en el centro. Dos minutos más tarde retiró la sartén del fuego, sirvió el huevo sobre un amplio plato de porcelana, decoró con dos ramitas de ciboulette y salpicó el borde con un toque de paprika para dar color. Girando, con gesto grandilocuente mientras hacía una reverencia, lo presentó a los examinadores. Todo hubiera sido un gran éxito de no ser porque el huevo, al deslizarse del plato, fue a parar debajo de la mesa del jurado.
  • Chris era un tipo feliz, sin lugar a dudas, un triunfador. “¡El éxito sonríe a los exitosos!”, solía decirse a sí mismo. Su agenda de trabajo estaba siempre a tope. Cuando no estaba de viaje de negocios, se encontraba en su oficina dando órdenes, hablando con su móvil, enviando mensajes y e-mails o comprando y vendiendo acciones. Un hiperactivo.

    Cuando viajaba en avión lo hacía siempre en business class y gozaba de su estatus de VIP. Sólo usaba zapatos italianos a medida, trajes de paño inglés y camisas de la mejor calidad. Dormía tan sólo 4 horas por día, soñaba con la bolsa de valores y las stock-options. Se veía como el futuro director general de la empresa, hasta que un día… un ataque de estrés y una terrible crisis de nervios lo llevaron a replantearse su vida.

    Se compró una cabaña en la montaña, una hamaca para dos y de vez en cuando se dedica a cazar mariposas. HChris es realmente feliz.

  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Tres años atrás, cuando el famoso volcán islandés hizo erupción, sus cenizas taparon con más de 30 cm de espesor las inmensas extensiones del latifundio del Presidente Director General Richard John Goldsilver, dejándolo al borde de la bancarrota. Más de uno pensó que era el fin de su imperio, pero no contaban con la sagaz perspicacia y habilidad para los negocios del empresario. A este se le ocurrió envasar la ceniza y venderla como producto de alta calidad para pulir metales y también, mezclándola con aceite de almendras, creó una eficaz crema tonificante para la piel y la eliminación de arrugas. A raíz de eso su fortuna quintuplicó. Es más, ahora está ansioso esperando la próxima erupción.
  • Sin stock
    Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Figura de Pintor

    180.88 
    Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • “Doctora…¿me va a doler mucho?”, preguntó el paciente aterrorizado a Mariluz León, la odontóloga de la clínica “Happy Teeth”, quien, impaciente, estaba esperando con el torno en la mano. “¡Pero no, por favor, ni se va a dar cuenta!”,respondió la dentista tratando de calmarlo. “Mire, vamos a hacer una cosa, tenga este tubo de dentífrico en la mano y si le duele apriételo un poquito para calmarse”. La doctora puso en marcha el aparato y antes de introducirlo en la boca del paciente, éste apretó la pasta de dientes con tal fuerza que vació el tubo, salpicando el techo y dejando el rostro de la doctora como si le hubieran aplastado una tarta de crema.
  • Durante su infancia, Vera Timmons, fue testigo de muchos actos delictivos. Un día vio como su vecino, Peter “el Pecoso”, riendo con sarcasmo, destrozó el osito de peluche de su amiguita Katherine. A la semana siguiente, el mismo Peter, armado de una piedra, rompió el cristal de la ventana de la señora Carrigan. Otro día, el mismísimo “Pecoso” robó un manojo de caramelos metiendo sus sucias manos dentro del frasco de golosinas de tía Mary. A pesar de que Vera lo había visto, todos dijeron que mentía y culparon a su hermanita de haber sido la autora del delito.

    La injusticia, eso fue, la injusticia de haber dicho la verdad y que nadie le creyera, lo que llevó a Vera Timmons a estudiar abogacía.

    Habiendo pasado los años y luego de una brillante carrera en la universidad, Vera estaba orgullosa de ejercer su tan deseada profesión. Lo único que nunca pudo comprender muy bien fue cómo el maldito Peter “el  Pecoso”, que se había dedicado a la política, llegó a ser Senador.

  • En el Hospital de Rosario todo el personal masculino sufría de tortícolis. La dirección de la entidad decidió entonces realizar una minuciosa investigación y logró descubrir que la causa era el meneo de caderas de la Doctora Evangelina González, que con sus amplios escotes y vestidos ceñidos al cuerpo hacía torcer el cuello a todo el personal masculino, salvo a Toni, el enfermero, cuyo gusto por el sexo opuesto era toda una utopía. Las autoridades después de haber sugerido a la doctora más recato en su sugestivo andar y de que ésta hiciera caso omiso de ello, decidieron trasladarla a otra unidad. A los quince días no hubo más casos de tortícolis, tampoco médicos ni pacientes pues todos habían seguido a la doctora. El único que conservó su puesto fue Toni.
  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Figura de Barman

    158.15 
    Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Figura de Pintor

    157.78 
    Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium  
  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • Obra realiza por Parastone de su colección Profisti. Pieza singular que destaca por su acabado y numerosos detalles.   profisti-24.medium
  • El paciente de la habitación siete estaba histérico. Hacía dos horas que había entrado en Urgencias debido a una torcedura del dedo gordo del pie y ya había vuelto loco a todo el personal. Los médicos no sabían como calmarlo: uno quería atarlo a la cama, otro sugirió amputarle el dedo, otros querían ahorcarlo. Finalmente decidieron lo más eficaz, lo peor…llamar a Irenita, la enfermera del pabellón seis, la terrible, la “especialista” en enemas urticantes.
  • Al acusado se le imputaba un ataque a mano armada y el robo de dos gallinas y seis huevos. A pesar de que cuatro testigos declararon en su contra y de que se encontraron cientos de plumas en su casa, una cacerola con huesos de pollo y restos de tortilla en una vieja sartén, el ilustre abogado Mario Laus, tras un elocuente alegato, logró persuadir al jurado de la inocencia de su defendido y convencerlo de que el verdadero culpable era la sociedad. El detenido fue liberado ipso facto bajo una salva de aplausos provenientes del público que gritaba: "¡ Otra, otra!", lo que obligó al prestigioso magistrado a salir en numerosas ocasiones a saludar a la enfervorizada concurrencia.
  • Chris era un tipo feliz, sin lugar a dudas, un triunfador. “¡El éxito sonríe a los exitosos!”, solía decirse a sí mismo. Su agenda de trabajo estaba siempre a tope. Cuando no estaba de viaje de negocios, se encontraba en su oficina dando órdenes, hablando con su móvil, enviando mensajes y e-mails o comprando y vendiendo acciones. Un hiperactivo. Cuando viajaba en avión lo hacía siempre en business class y gozaba de su estatus de VIP. Sólo usaba zapatos italianos a medida, trajes de paño inglés y camisas de la mejor calidad. Dormía tan sólo 4 horas por día, soñaba con la bolsa de valores y las stock-options. Se veía como el futuro director general de la empresa, hasta que un día… un ataque de estrés y una terrible crisis de nervios lo llevaron a replantearse su vida. Se compró una cabaña en la montaña, una hamaca para dos y de vez en cuando se dedica a cazar mariposas. Chris es realmente feliz.
  • El hoyo estaba lejos, Mauro Rugolin debía dar un gran golpe con destreza. Él sabía que era capaz, muchas veces había visto a Tiger hacer lo mismo. Esa tarde, una gran muchedumbre había ido a verlo y todos esperaban presenciar su magnífico drive. Separó sus pies exactamente como era debido. En perfecta sincronización, comenzó una rotación de hombros y cintura estabilizando un poco más la rodilla derecha. Primero, miró un instante su lejano objetivo mientras esbozaba una pequeña sonrisa de suficiencia. Continuó su impecable movimiento fijando con la vista la pequeña pelotita. Quedó inmóvil algunos segundos y con toda sus fuerzas… ¡asestó un terrible golpe levantando un enorme pedazo de tierra! La pelotita jamás fue encontrada, pero el pedazo de tierra fue a parar sobre la cabeza del árbitro, quien tuvo que ser hospitalizado con un formidable hematoma en el ojo izquierdo.
  • El doctor José Batle era una eminencia. Sus diagnósticos, siempre acertados, habían salvado la vida a cientos de personas y le habían granjeado la admiración de la alta sociedad. Todo le sonreía en la vida hasta el día en el que llegó a su consultorio la actriz más famosa de Hollywood, la despampanante Marilyn Hayworth, que había sufrido una torcedura del dedo meñique. El doctor Batle hizo desvestir inmediatamente a la paciente para asegurarse de que no tenía secuelas en ninguna otra parte del cuerpo. Luego de un profundo y minucioso examen, comprobó… que se había enamorado profundamente de ella. La diva agradeció las atenciones prestadas y salió del consultorio dejando en el aire un sugestivo perfume de camelias. Desde ese día, el doctor Batle no hace más que pensar en la gran Marilyn y esperar que se tuerza otro dedo para poder practicarle un nuevo examen, más profundo todavía.  
  • Paquita Gutiérrez le tenía terror al dentista. Hacía días que una muela estaba torturándola. Primero pensó que sería algo pasajero, luego probó con todos los analgésicos que encontró en el botiquín. Al tercer día fue a hablar con doña Carmen, la vecina que curaba con la palabra. Al quinto día no resistió más y pidió cita con el eminente dentista Dr. Salomón Mimran, cuya fama de excelente profesional se había extendido por todo París. Paquita, con la cara deformada por la enorme hinchazón, se sentó en el sillón del consultorio como si se tratara de una silla eléctrica. “¿Octor, e a oler?”, preguntó Paquita con la voz deformada por la inflamación. “No señora, no le va a doler”, mintió el doctor, está en buenas manos. “A ver… abra la boca y veamos ese molar estropeado” “Ero… si la engo ahierta”, dijo la señora de Gutiérrez. A la cuarta inyección, la anestesia comenzó a hacerle efecto. Sintió que su lengua era un trapo. Quiso decir algo pero sólo le salieron sonidos guturales. El Dr. Mimran pensó que iba a ser fácil, pero cuando se le rompió la segunda pinza de extracción empezó a dudar. “Relájese, que todo va bien”, volvió a mentir el dentista, mientras colocaba un pie sobre el hombro izquierdo de la paciente para hacer más fuerza. Paquita Gutiérrez se arrepintió de no haber hecho su testamento a tiempo. Después de cuarenta minutos de lucha y tras un esfuerzo sobrehumano, el doctor logró extraer la muela rebelde. Con orgullo, la miró fijamente y… empezó a sentir que un sudor frío le corría por la nuca. “A ver, abra la boca…”, dijo tembloroso el dentista, viendo que la muela que tenía en la pinza era un premolar completamente sano.

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